Lógicamente
me hice a un lado y los dejé pasar. Mientras miraba cómo entraban a los
empujones sin ninguna necesidad, uno de ellos me llamó la atención,
especialmente porque era un día caluroso:
Pantalones
de jean desteñidos y medio rotos, como desflecados, sin calzar en la cintura,
caídos de forma que el tiro le quedaba un poco más a media pierna, buzo con
capucha, pañuelo de cuello que le tapaba la cara de manera que sólo se le veían
los ojos, gorra de visera larga inclinada hacia adelante y para rematar la
capucha del buzo, encima.
Lamentablemente
mi cara es demasiado expresiva. Aunque no diga una palabra, se ve que se
transparenta claramente lo que estoy pensando.
Y
seguramente eso sucedió.
El…chiquito…,
que lo seguía habrá pensado que lo miraba a él y con toda la mala forma que le
fue posible me dijo:
-¿Qué
me mira, eh…, qué me mira?- agregando el gesto de juntar los dedos de la mano
subiéndolos y bajándolos.
- No
te estoy mirando a vos. No me hables así. Miro a tu compañero porque me llamó
la atención…”LO ABRIGADO QUE ESTÁ”.
¡Lo
abrigado que está! ¡Noooo! Lo que me llamó la atención fue la trasposición
cultural del barrio a la escuela, y el gran poder que tienen los ejemplos de
los mayores de las familias, en los niños, y el poder de la escuela que NO
ALCANZA para revertir los que vemos que perjudican a los chicos.
Me
pregunto por qué no puede la escuela influir de la misma manera en los niños
como influye el barrio y la cultura
familiar. Veo que muchas veces la preocupación política pasa por agregar más y más
tiempo en la escuela, en cantidad de días y cantidad de horas. Estará buena la
intención, quizá, por sacar a los niños de las calles, pero no es tampoco la
solución. Todos sabemos…, bueno, mejor
dicho: todos los docentes sabemos, que
agregar más días es insostenible porque los chicos no quieren saber de más, con
ese calor del verano que se viene a fin de año, que hace imposible trabajar
normalmente en un aula repleta , muchas veces sin siquiera un ventilador, (porque si lo prendés, se recarga la instalación y zás, te quedás sin luz.)
Y
tampoco veo factible que la solución sea poner más horas. ¿Por qué? Primera y segunda hora, da gusto
trabajar en la mayoría de los casos. Tercera hora, la atención se dispersa,
empiezan a discutir por cualquier cosa, ya le fue demasiado a algunos y …en la
cuarta hora más de uno simplemente se niega a hacer las actividades, o da un
trabajo terrible para mantenerlo quietecito para que por lo menos deje trabajar al maestro y los compañeros.
Si a esto le sumamos más horas, bueno, creo que no es necesario seguir explicando,
¿no? ¿O es que acaso en vez de tener un cartel en la puerta que diga ESCUELA
deberíamos cambiarlo por otro que diga GUARDERÍA?
Sí,
sí, ya sé , me salió el negativismo otra vez. Aunque sigo pensando que es sólo realismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Qué te pareció esto? Dejá tu comentario o sugerencia.